Oda al laboratorista, por Pablo Neruda

 

Mientras algunos quieren que nuestra profesión desaparezca, otros como Pablo Neruda nos escribe un poema.

Nadie nos entendió mejor que Neruda. Su «Oda al laboratorista» (1954) debería estar en los muros de todo laboratorio. Como glosarla sería ofenderla, va completa y sin corte de verso:

 

Hay un hombre / escondido, / mira con un solo ojo / de cíclope eficiente, / son minúsculas cosas, / sangre, / gotas de agua, / mira / y escribe o cuenta, / allí en la gota / circula el universo, / la vía láctea tiembla / como un pequeño río, / mira / el hombre / y anota, / en la sangre / mínimos puntos rojos, / movedizos / planetas / o invasiones / de fabulosos regimientos blancos, / el hombre / con su ojo / anota, / escribe / allí encerrado / el volcán de la vida, / la esperma / con su titilación de firmamento, / cómo aparece / el rápido tesoro / tembloroso, / las semillitas de hombre, / luego / en su círculo pálido / una gota / de orina / muestra países de ámbar / o en tu carne / montañas de amatista, / temblorosas praderas, / constelaciones verdes, / pero / él anota, escribe, / descubre / una amenaza, / un punto / dividido, / un nimbo negro, / lo identifica, encuentra / su prontuario, / ya no puede escaparse, / pronto / en tu cuerpo será la cacería, / la batalla / que comenzó en el ojo / del laboratorista: / será de noche, junto / a la madre la muerte, / junto al niño las alas / del invisible espanto, / la batalla en la herida, / todo / comenzó / con el hombre / y su ojo / que buscaba / en el cielo / de la sangre / una estrella maligna. / Allí con blusa  / blanca / sigue / buscando / el signo, / el número, / el color / de la muerte / o la vida, / descifrando / la textura / del dolor, descubriendo / la insignia de la fiebre / o el primer síntoma / del crecimiento humano. / Luego / el descubridor / desconocido, / el hombre / que viajó por tus venas / o denunció / un viajero enmascarado / en el sur o en el norte / de tus vísceras, / el temible / hombre con ojo / descuelga tu sombrero, / se lo pone, / enciende un cigarrillo / y entra en la calle, / se mueve, se desprende, / se reparte en las calles, / se agrega a la espesura de los hombres, / por fin desaparece / como el dragón / el diminuto y circulante monstruo / que se quedó olvidado en una gota / en el laboratorio.

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